Martes, 4 de la mañana.
Café, música, Los niños Mutantes, Silencio absoluto. Ligera brisa. El ordenador se atranca, será la hora. Le sienta mal.
Tenía varios textos escritos para colgar en la página. Los dejaré para otros días. Hoy me apetece hablar de otras cosas.
Duros días. Semana dura. En breve mi cumpleaños. De crío me alegraba, ahora me martiriza. Cada año de estos últimos la semana es un martirio y el día poco menos que una tortura. Cada llamada, suerte que son pocas, es un martillazo en la cabeza recordando que el tiempo pasa, que te haces mayor... Qué mal lo llevo.
Hasta llegar a esta semana, la actual, tuve otra vida. Mi vida anterior, Tan lejos y tan presente.
Ana lo lleva fatal. No soporta mi otra vida. No soporta lo que hice y lo que deje de hacer.
Hasta hoy arrastro esto, causa-efecto.
No fui malo. Normal, raro, ¿Quién dicta lo normal?, lo raro, lo extraño, lo importante, lo aburrido. ¿Quién marca los parámetros para definir adjetivos?
Ana está dolida. Es como un cachorro golpeado, que no acaba de fiarse de su nuevo dueño. Siempre espera el golpe.
Por más que digo, no escucha. Emisor y receptor en ondas distintas.
Sé que Ana me quiere, no más que yo a ella, puede que igual. Ana me quiere pero no puede.
No puede sentir la vida como es. Siempre aparece un tormento, ese alíen que le sale desde las vísceras hasta el primer latido.
Siempre hay algo. Y yo marchitando. No mi amor por ella, eso será perpetuo. Marchitan mis esperanzas de llegar un día frente a ella y tener la absoluta certeza que el alíen no ha golpeado su interior.
Y Ana no escucha. Patalea mis lamentos convencida de que el daño está próximo.
Hace tanto que no la oigo reír. La casa, los niños, el trabajo, yo. Demasiado peso para sonreír. Sólo ríe cuando una persona está a su lado. Está lejos y no puede hacer reír a Ana muy a menudo.
Y yo marchitando.
Tengo miedo a la muerte. Creo que por eso odio esta semana del año. Un año menos, un año más. Si al menos fuese creyente, celebraría que me queda un año menos para reunirme con alguien que se quedó en el camino. Además Boris, Bora. Os echo de menos.
Y Ana sin escuchar. Con mil historias por en medio que me la roban, se la llevan y la raptan unos días. Historias y más historias.
Y yo que no soy un héroe no puedo rescatarla y traerla a mi lado de nuevo. Y ahí me quedo, esperando que la suelten, que se escape y corra a mis brazos. Hasta que un día no escape.
Las historias siempre permanecen escondidas, esperando el momento para saltar sobre ella, taparle la boca y llevarla a algún torreón perdido. Y ahí la dejan, sin comer, sin dormir. Hasta que escapa. Y yo esperando. No hay escuelas para héroes.
Tampoco hay escuelas que te enseñen que el amor no sólo es amor. Es sufrimiento. El amor es extraño. Es complicado vivir sin él y complicado vivir con él.
No todo el mundo lo sabe. No todo el mundo tiene a Ana en su vida.
Cuando no tienes amor, sufres por tenerlo. Cuando lo tienes, sufres por no perderlo. Tengo mil historias de cuando conocí a Ana. Grabadas a fuego en la cabeza. Eso será otro cuento.
Ayer estuve trabajando en el Pirineo, en Canfranc. Pase una buena mañana. Tuve la suerte de pasear por sitios que no todo el mundo puede. Todo muy impresionante, incluso emocionante. Tanta historia en los muros, hoy en abandono.
Paseaba y pensaba.
Yo estuve con Ana en Canfranc. Ayer la eché tanto de menos. Sé que suena pomposo. El Pirineo gana mucho con Ana al lado. Aunque no sea de la mano. Me acordaba de ella. Me acordaba de como se le iluminan los ojos de color imposible cuando pasea por el Pirineo. Recordaba su forro polar. Recordaba su olor.
Demasiados recuerdos para disfrutar de la visita.
Me pasó algo.
Cuando regresé por la tarde a Zaragoza, alguien me preguntó que tal el día. Al comentarle que lo había pasado en Canfranc, habló que no hacía muchos días había estado allí y lo bonito que estaba. Me salió de las tripas y le dije, me gustó mucho más cuando estuve con Ana, ella hace de los Monegros un vergel. Sonrío cabeceando, seguro que contemplando a un loco más. Un loco de amor. Por Ana, como ayer, hoy y como mañana.
Niños Mutantes. Como yo te amo.